Una visión desde la oportunidad delictiva
La mayor parte de actos son cometidos en el contexto familiar, en el cual, existe convivencia ya sea entre parejas, familiares, cuidadores, etc. Esta convivencia entre personas se prolonga en el tiempo y con el paso de éste pueden producirse altibajos en los que una persona puede convertirse en objeto de maltrato por otra y de esta manera transformarse en una víctima apropiada para su agresor.
En el ámbito doméstico y en el seno de una familia o una relación sentimental nos encontramos en un espacio totalmente conocido para el agresor (teoría patrón delictivo) (Framingham, 1981), en dónde éste tiene una gran seguridad (señales y claves que puede interpretar fácilmente) y además no dispone de guardianes (Cohen & Felton, 1979) que puedan reprochar sus hechos y que puedan asimismo detenerlo. Por ejemplo, cuando la figura paternal es el agresor en violencia de género o la figura maternal es la agresora de violencia doméstica hacia los hijos hace que ciertas víctimas de estos delitos no presenten ningún tipo de control ni formal ni informal y, por tanto, se encuentren totalmente desamparados. Por último, para llegar a realizar la acción el agresor debe tener una motivación y en muchos casos se encuentran factores como, la pobreza, la crisis, la falta de trabajo, el agobio, el estrés, etc. que juegan un papel muy importante y es dónde interviene la elección racional (Cornish & Clarke, 1983) de cada persona y la evaluación de costes y beneficios que le supondrá la realización del delito.
Una vision nPor tanto, nos encontramos con que las actividades cotidianas (Felson, 1979), el patrón delictivo del matrimonio Brantingham (1981) y la teoría de la elección racional de Cornish y Clarke (1983) pueden jugar un papel muy importante en la implantación de la violencia en el ámbito familiar y pueden ayudar a explicar y prevenir este tipo de situaciones.
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